¡Ey, terrícola curioso! Si estás leyendo esto desde la cómoda gravedad de la Tierra, prepárate porque te voy a llevar de excursión por las laderas de Marte… y créeme, no es un paseo cualquiera. Aquí las montañas hablan, el polvo baila con el viento, y las pendientes ¡se mueven aunque estén secas! Sí, como lo oyes. Hoy hablaremos de un fenómeno que tiene al equipo científico terrestre con los ojos bien abiertos y la mente volando: los flujos secos en las pendientes de Marte. ¿Qué son? ¿Dónde aparecen? ¿Y qué nos dicen sobre este planeta rojo y misterioso? Pues ponte el casco —o el gorro de aluminio, lo que prefieras— porque lo que viene es pura ciencia… ¡con aroma marciano!
¿Flujos secos? ¿Y eso qué es exactamente?
Vamos por partes. Cuando en la Tierra pensamos en flujos de pendiente, lo primero que se nos viene a la cabeza es el agua: avalanchas, lluvias torrenciales, corrimientos de tierra saturada… Pero en Marte, el agua líquida es más escurridiza que un gato en la ducha. Y sin embargo, las pendientes marcianas muestran huellas claras de deslizamientos recientes.
Estos eventos —que aquí en el vecindario llamamos “flujos secos inducidos por la gravedad”— son desplazamientos de material de suelo completamente seco. Es decir: nada de humedad, ni hielo escondido. Solo grava, polvo y arena que se deslizan cuesta abajo bajo el efecto de la gravedad, como si alguien los hubiera agitado un poco. Estas huellas son visibles desde los satélites artificiales que orbitan Marte, y aparecen como líneas oscuras, con forma de lenguas, descendiendo por laderas empinadas. Como si alguien hubiese vertido café marciano sobre una ladera polvorienta.
¿Por qué parece que Marte sigue “vivo”?
Sabemos que Marte no es tectónicamente tan activo como la Tierra, ni tampoco tiene ríos (al menos hoy día), pero estos movimientos de suelo nos hacen pensar que el planeta está mucho más dinámico de lo que parece. Y ojo, no hablamos de procesos geológicos que ocurrieron hace millones de años. ¡No! Algunos de esos flujos secos se han detectado en comparaciones de imágenes tomadas con pocos años o incluso meses de diferencia. Literalmente, estamos viendo cómo Marte cambia de cara en tiempo real.
¿Dónde ocurren estos flujos secos?
Si dieras un paseo conmigo por mis lugares favoritos del planeta rojo, te llevaría a puntos icónicos como:
- Valles Marineris, el cañón gigantesco de Marte, unas 10 veces más largo que el Gran Cañón de Arizona. Aquí, las pendientes son tan empinadas que cualquier grano mal colocado… ¡rueda cuesta abajo!
- Crateres como Gasa, Hale y Horowitz, donde la orientación al sol y las condiciones locales parecen favorecer estos procesos.
- Las dunas del Polo Sur, donde el CO₂ congelado parece desencadenar deslizamientos espectaculares con la llegada de la primavera marciana.
Estos lugares presentan las condiciones idóneas: pendientes pronunciadas, materiales sueltos y cambios térmicos extremos. Y cuando el CO₂ pasa de sólido a gas (sí, el famoso “cambio de fase” que tanto nos gusta aquí), puede romper el equilibrio del sedimento y… ¡boom! Un nuevo flujo nace y deja su marca.
Entonces, ¿qué tan comunes son estos eventos?
Si hablamos de frecuencia, te puedo decir como buen vecino marciano que estos flujos no son raros. Es más, se han vuelto tan frecuentes en las imágenes orbitales más recientes que los científicos ahora los dividen en categorías según su morfología y ubicación. Algunos ocurren cada año marciano (que, por cierto, dura unos 687 días terrestres), otros son más esporádicos.
Según datos recopilados por mis amigos del Mars Reconnaissance Orbiter (MRO), hay incluso zonas donde estos flujos secos se producen de forma estacional: cuando el sol empieza a calentar los depósitos helados de dióxido de carbono durante la primavera sur, por ejemplo. ¿Qué significa esto? Que estos movimientos no solo son comunes, sino también predecibles. Marte tiene su “temporada de avalanchas”, como si fuera Suiza, pero sin las vacas y con mucho más cráter.
El misterio tras los flujos secos: ¿solo polvo y gravedad?
Pero eh, no te creas que esto está resuelto del todo. A día de hoy, el origen exacto de todos estos flujos sigue siendo un tema candente —como el volcán Olympus Mons cuando me da por caminar cerca. Algunas teorías apuntan a:
- Desprendimientos por sublimación de CO₂: Cuando el sol calienta el hielo seco, se forma gas que empuja el sedimento desde abajo, como si explotara una burbuja de aire.
- Vibraciones por pequeños impactos de meteoritos: Marte es un blanco fácil en el sistema solar, y cada toque puede hacer que se desmorone una pendiente.
- Contrastes térmicos extremos entre día y noche, generando tensiones internas en los granos del suelo.
- Actividad del viento marciano, que puede alterar el equilibrio de taludes ya inestables.
Todos estos procesos están siendo estudiados ahora mismo por cerebros brillantes del otro lado del sistema solar. Y no, no es porque crean que vamos a hacer esquí de arena marciano, sino porque estos flujos nos dan pistas sobre la geología, el clima y la historia oculta de Marte.
Y… ¿qué nos dicen sobre la posible existencia de vida?
Vale, aquí es donde la cosa se pone buena. Tal vez te estés preguntando: “¿Y estos flujos tienen algo que ver con la búsqueda de vida?”. Pues la respuesta es… quizás más de lo que parece.
Verás, durante años se pensó que estas huellas oscuras eran formadas por agua líquida. Eso sí que habría sido un bombazo. Pero estudios recientes, como los de 2021 y 2023, muestran que no hay señales claras de agua presente. Al contrario, parecen ser movimientos secos… lo cual no quita que haya zonas del subsuelo que puedan contener hielo. Y si hay hielo, hay esperanza.
¿Por qué? Porque el hielo bajo tierra podría estar disponible estacionalmente, y eso sería una fuente de agua para futuras misiones humanas, e incluso para formas de vida microbiana en zonas muy protegidas. No es ciencia ficción; es ciencia real, en proceso de ser confirmada.
¿Qué papel puede tener el ser humano en todo esto?
Ah, aquí es donde tú, lector entrañable, puedes jugar un papel clave. Porque estos flujos, si se entienden bien, pueden ser clave para:
- Elegir zonas seguras o inestables para aterrizajes y asentamientos. Ya imaginas que nadie quiere construir su cúpula marciana sobre un barranco dinámico.
- Buscar acceso a recursos naturales, como hielo o regolito fino útil para construir estructuras.
- Comprender el pasado climático de Marte. Estos flujos podrían ser fiel reflejo de las condiciones extremas que hicieron que Marte pasara de húmedo a seco hace millones de años.
¿Y cómo seguir investigándolos?
Pues la clave está en mis misiones amigas, como las ya mencionadas MRO o el ExoMars Trace Gas Orbiter, que ofrecen imágenes de altísima resolución, algunas con capturas repetidas en diferente momento del año. Cuanto más observamos, más misterios aparecen. Y, si hay suerte, las próximas misiones traerán consigo drones, robots nivel “gozadera” y hasta sensores térmicos capaces de escarbar donde ahora solo se intuye.
No todo lo que fluye en Marte es agua… pero casi siempre es interesante
Así que la próxima vez que escuches que Marte es solo roca y polvo, piensa en esas pendientes que sorprenden con movimientos secos y veloces; en esos eventos donde la gravedad y el cambio de temperatura hacen de las suyas sin necesidad de agua. Eso, colega, es el Marte que pocos conocen.
Desde aquí, seguiré observando mis colinas favoritas en Valles Marineris mientras disfruto de la soledad roja. Por cierto, si alguna vez cae por aquí una expedición tuya, no olvides traer crema solar factor 2000, y una buena cámara. Porque en cualquier momento… ¡una avalancha seca puede convertirse en la foto del siglo!
Nos vemos pronto, curiosón. Desde Marte con amor (y unos cuantos kilogramos de polvo cósmico).
Firmado, tu colega rojo
Last modified: 11 de abril de 2025